jueves, 03 junio , 2021
La escena ideal combina en una sola toma los tres tipos de planos vistos hasta ahora. Aproximadamente, el plano medio ocupará el 80% del tiempo de grabación, dejando para una captura efectiva del primer plano solamente los segundos necesarios para tener una imagen clara y definida mientras que el plano de ubicación lo tomaremos volviendo el zoom para atrás al finalizar la acción que buscamos constatar o, al cambiar esta, dé lugar durante unos segundos escasos.
El primer plano, realmente, solo hace falta tomarlo una vez por cada cambio de ropa. Es decir, si la persona investigada no cambia de ropa en toda la grabación, a no ser que ésta sea muy larga, con haber tomado un buen primer plano y mantener bien definido su rostro en los planos medios, nos será suficiente. Conviene, como hemos dicho antes, que tras cada cambio de ropa o de look se tome un nuevo primer plano para despejar en el espectador cualquier tipo de duda sobre la identidad del filmado. El plano general convine tomarlo en cada ocasión que se cambie de escenario de la acción. Tomaremos muchos, pero solo dejaremos en el vídeo final los realmente interesantes, el problema es que, en nuestro trabajo muchas veces no sabes qué es lo realmente interesante hasta que lo finalizas y es mejor tener mucho material inútil grabado que echar en falta aquella imagen o localización a la que no dimos importancia en su momento.
Como suelo comentar a mis colaboradores: «Ante la duda graba, y procura dudar mucho». Nada puede ser más frustrante que observar a nuestro investigado reunirse con alguien en plena calle, no darle importancia y no grabarlo, y que al final resulte una persona clave en nuestra investigación.
¿Por qué un porcentaje tan alto de planos medios? Porque son los que nos permiten visualizar la acción, que en general suele ser nuestro encargo principal. Los otros dos tipos de planos son imprescindibles pues de nada nos sirve tener a alguien realizando una acción y no poder distinguir de quien se trata o en qué lugar ocurre, pero en general se suele abusar de los primeros planos.
Cuando veo vídeos compuestos principal o únicamente por caras gigantes que ocupan todo el plano, toda la pantalla, me dan ganas de decir: «Vale, es él/ella, pero ¿qué hace?, ¿dónde está?».
Los clientes no nos contratan para obtener retratos de sus parejas, trabajadores, estafadores o del vecino que le agujerea las ruedas del coche, nos pagan para demostrar, ante quien ellos consideren oportuno, que una persona determinada en un contexto determinado realiza o no realiza algún tipo de conducta. No nos dejemos llevar por la euforia del «¡Lo he pillado!» y centrémonos en lo importante: «Que hace nuestro investigado».
El primer plano
Hasta ahora hemos visto como evidenciar las acciones de nuestros investigados y relacionarlas con un lugar concreto en el espacio-tiempo, pero todo eso carece de sentido si no conseguimos identificar sin ningún tipo de duda a nuestro investigado. Para que nuestro vídeo tenga sentido, como parte del informe del detective, debemos aclarar cuanto antes la identidad del protagonista de la acción. Es obvio que el investigado, siempre que sea posible, negará ser el protagonista de la grabación afirmando no ser él el que sale en las imágenes captadas y negando la mayor. El primer plano, que entendemos como la captación exclusiva del rostro tanto de frente como de perfil de nuestro investigado, será el encargado de despejar cualquier tipo de duda sobre la identidad del protagonista de nuestra grabación.
Pese a lo esencial que resulta la captación del primer plano, debemos intentar no forzar la situación y esperar a que se dé la ocasión oportuna. Como detectives privados, nuestra ubicación respecto al investigado suele ser posterior, colocándonos a la espalda del sujeto con la intención de ver y no ser visto, esta es la causa por la que conseguir un plano frontal no suele resultar sencillo.
El mejor momento de captación del primer plano suele ser a la salida de un portal, bien sea su domicilio como un establecimiento visitado, o marchando de regreso al lugar en que se inició la grabación. Al poder anticipar la dirección hacia dónde marchará el sujeto, al menos en sus primeros pasos, podemos colocarnos de la manera óptima para grabar de frente sin ser vistos.
Un error típico en la captación de primeros planos es el de forzar tanto el zoom que entramos en la parte de zoom digital. Al hacer esto solamente conseguimos un aumento del tamaño de los píxeles (la aparición de los «cuadritos») acompañado por un temblor, cada vez mayor de la imagen. Mi consejo en estos casos es no forzar nunca el zoom más allá de su límite óptico, puesto que el zoom digital no es más que un «aumento falso» y automático de la imagen que, en caso de ser necesario, podemos conseguir con mucha más calidad y control durante la edición del vídeo y la captación de fotogramas. Por supuesto el enfoque y el control de la ganancia de luz en estos casos es primordial para la captación de una imagen válida, pero de estos aspectos ya hablaremos más adelante.
Hemos dicho antes que la captación del primer plano debe ser lo antes posible en la grabación del vídeo para evitar que la duda sobre la identidad del observado no distraiga al espectador de la acción que pretendemos acreditar, pero debo decir, a modo de anécdota, que la cara que pone un investigado cuando lleva varios minutos de visualización del vídeo negando ser el protagonista y aparece el primer plano aclaratorio al final de la visualización no tiene precio.
A continuación, dos imágenes de primeros planos procedentes de las fotografías anteriores:
Primer plano #1
Chico joven de pelo corto castaño. Debido a la amplificación de la imagen los detalles de su rostro aparecerían más difuminados y se empiezan a observar los famosos «cuadritos» de los pixeles.
Primer plano #2
Chico de unos 30 años con el pelo más largo por encima y corto por los lados. Se observa que el color del pelo varía, siendo más oscuro en la parte interior y prácticamente blanco en la parte exterior. Al no haber sido necesario el aumento digital de la imagen, ésta muestra los detalles de una manera más precisa y suave (dejando aparte claro el retoque realizado para imposibilitar su identificación).
Estas dos imágenes que tan sencillas son de tomar cuando se trata de meros paseantes, suelen ser bastante más difíciles cuando se trata de las personas a quienes investigamos. En cualquier caso, son dos buenos ejemplos de primeros planos, y uno de ellos es también un buen ejemplo del motivo por el que no hay que entrar en el zoom digital.
En la próxima entrada hablaremos de cómo sería la escena ideal a grabar.